por Alicia Carrasco

CEO olivoENERGY

Una transición energética con doble latido: lo local y lo estructural

La transformación del sistema energético europeo avanza con fuerza, impulsada por una visión ampliamente compartida: será descentralizada, digital y centrada en las personas. Pero hay una segunda verdad menos visible que no debemos perder de vista: esta transición no será posible sin grandes proyectos estructurantes que actúen como palancas de cambio.

Desde lo local, la descentralización energética permite activar el potencial de hogares, comunidades y territorios. Gracias a la digitalización, hoy es posible agregar millones de pequeños activos, como baterías, coches eléctricos o sistemas de gestión de la demanda, para convertirlos en piezas clave de estabilidad y eficiencia del sistema. En olivoENERGY trabajamos precisamente en eso: habilitar la flexibilidad para dar soporte a una red más inteligente y sostenible.

Sin embargo, esta revolución también necesita inversión, infraestructura y decisiones estratégicas a largo plazo. Las iniciativas locales y distribuidas son esenciales, pero no suficientes por sí solas.

Barcelona: plataforma industrial para combustibles renovables

El reciente anuncio del Gobierno sobre la licitación de nuevos atraques en el Puerto de Barcelona es un ejemplo de este otro latido de la transición. La inversión de 124 millones de euros permitirá adaptar la infraestructura portuaria para el movimiento de combustibles sostenibles como hidrógeno o metanol renovable.

Aunque a primera vista pueda parecer una obra de ámbito local, su impacto es mucho mayor. Sin instalaciones capaces de manejar los nuevos vectores energéticos, los avances tecnológicos y regulatorios se quedarán en el papel. Esta clase de proyectos conectan la innovación con la industria y refuerzan la competitividad energética del país.

El océano: energía, clima y gobernanza global

Durante la Conferencia del Océano de Naciones Unidas en Niza, se reforzó un mensaje claro: el mar es parte esencial de nuestra respuesta a la crisis climática. No solo como ecosistema a proteger, sino como regulador climático, sumidero de carbono y posible fuente de energía marina.

Celebramos los avances hacia la ratificación del Tratado sobre la Alta Mar, una herramienta clave para ordenar el uso del océano más allá de las jurisdicciones nacionales. España tiene un papel relevante: la economía azul genera casi 100.000 millones de euros al año y emplea a 900.000 personas. Cuidar y gobernar el océano es también hacer política energética con visión de futuro.

La transición energétia solo sucederá si combinamos soluciones locales con una visión estructural y ambiciosa

Interconexiones: la red como columna vertebral europea

El anuncio del Banco Europeo de Inversiones de avanzar en el refuerzo de la interconexión eléctrica entre España y Francia marca otro hito estratégico. Las interconexiones no son simplemente cables: son infraestructuras que permiten compartir recursos renovables, equilibrar la oferta y demanda a escala continental, y hacer realidad un mercado energético europeo verdaderamente integrado.

Además, el BEI movilizará 250.000 millones de euros para inversiones clave en tecnologías limpias, inteligencia artificial y materias primas críticas. Esta visión no solo impulsa la transición energética, sino que refuerza la soberanía industrial y climática de Europa.

Flexibilidad, cooperación y propósito compartido

Estos ejemplos, desde el puerto de Barcelona hasta las redes europeas, nos hablan de una transición interdependiente. No hay que elegir entre lo pequeño y lo grande, entre lo distribuido y lo estructural: necesitamos ambos. En olivoENERGY lo tenemos claro. La flexibilidad es el tejido que conecta los recursos locales con el sistema general, pero para que funcione necesitamos colaboración, liderazgo e inversión.

Nuestro compromiso es avanzar hacia un modelo energético más justo, sostenible e inclusivo. Para lograrlo, debemos combinar tecnología con visión y acción colectiva.

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